Una tierra sin humanos
Imagina una Tierra sin humanos
Imagina por un momento que los humanos desaparecemos mañana de la faz de la Tierra. ¿Cómo evolucionaría el planeta?
Los humanos son, sin duda alguna, la especie más dominante que la Tierra haya conocido jamás. En sólo unos pocos miles de años hemos absorbido más de un tercio de la tierra del planeta para nuestras ciudades, tierras de cultivo y pastos. Según algunas estimaciones, comandamos el 40 por ciento de toda esta productividad. Y estamos dejando bastante suciedad tras de nosotros: praderas aradas, bosques arrasados, acuíferos secos, residuos nucleares, contaminación química, especies invasivas, extinciones masivas y ahora la sombra amenazadora del cambio climático. Si pudiese, el resto de especies con las que compartimos la Tierra seguramente votarían nuestra expulsión del planeta.
Ahora supón que obtienen su deseo. Imagina que toda la gente de la Tierra – unos 6500 millones y subiendo - pudieran ser sacados como por arte de magia mañana, transportados a un centro de reeducación en una galaxia lejana. (No vamos a invocar a la madre de todas las plagas para acabar con nosotros, aunque sólo sea por evitar las complicaciones de todos los cadáveres). Dejada una vez más a sus propios medios, la Naturaleza comenzaría a reclamar el planeta, de forma que los campos y pastos volverían a ser praderas y bosques, el aire y el agua se limpiarían por sí mismos de los contaminantes, y los caminos y ciudades se desmenuzarían en polvo.
"La triste verdad es, que una vez los humanos hayan salido de la escena, la perspectiva comienza a ser más halagüeña", dice John Orrock, biólogo conservacionista del Centro Nacional para Análisis Ecológico y Síntesis en Santa Bárbara, California. Pero ¿podría difuminarse completamente la huella de la humanidad, o hemos alterado tanto la Tierra que incluso un visitante que llegue dentro de un millón de años sabría que una sociedad industrial gobernó una vez el planeta?
Si mañana amaneciese sin humanos, incluso desde la órbita el cambio sería evidente casi de inmediato, dado que el resplandor de la luz artificial que brilla en la noche comenzaría a apagarse. Es más, existen unas pocas formas mejores de comprender la forma tan completa en la que dominamos la superficie de la Tierra que mirar la distribución de la iluminación artificial (Ver Gráfico). Según algunas estimaciones, el 85 por ciento del cielo nocturno sobre la Unión Europea está contaminado luminosamente; en los Estados Unidos es del 62 por ciento y en Japón del 98,5 por ciento. En algunos países, incluyendo Alemania, Austria, Bélgica y Holanda, no existe ningún cielo nocturno que no tenga contaminación luminosa.
"Muy rápidamente – en 24, o tal vez 48 horas – comenzarías a ver apagones debido a la falta de combustible en las centrales de energía", dice Gordon Masterton, Presidente de la Institución de Ingenieros Civiles del Reino Unido en Londres. Las fuentes renovables tales como las turbinas eólicas y solares mantendrían algunas luces automáticas encendidas, pero la falta de mantenimiento de la red de distribución acabaría con ellas en semanas o meses. La pérdida de electricidad también silenciaría rápidamente las bombas de agua, las plantas de tratamiento de aguas residuales y otra maquinaria de la sociedad moderna.
La misma falta de mantenimiento supondrá la desaparición prematura de edificios, carreteras, puentes y otras estructuras. Piensa que las construcciones modernas están diseñadas generalmente para durar 60 años, los puentes 120 años y las presas 250, estos lapsos de tiempo suponen que alguien las mantendrá limpias, reparará problemas menores y corregirá los problemas de los cimientos. Sin gente que haga estas tareas aparentemente menores, las cosas irían cuesta abajo rápidamente.
La mejor muestra de esto es la ciudad de Pripyat cerca de Chernobyl en Ucrania, la cual fue abandonada tras el desastre nuclear de hace 20 años y permanece desierta. "Desde la distancia, aún creerías que Pripyat es una ciudad habitada, pero los edificios están decayendo lentamente", dice Ronald Chesser, biólogo medio ambiental de la Universidad de Texas Tech en Lubbock quien ha trabajado extensivamente en la zona de exclusión alrededor de Chernobyl. "Lo más omnipresente que ves son las plantas, cuyos sistemas de raíces se introducen en el hormigón y bajo los ladrillos y entre los marcos de las puertas y más allá, y están destruyendo rápidamente las estructuras. Nunca pensarías, cuando caminas alrededor de tu casa cada día, que tenemos un gran impacto en mantener las cosas tal y como están, pero claramente lo hacemos. Es realmente sobrecogedor ver cómo la comunidad de plantas invade cada rincón y grieta de una ciudad".
Sin nadie que haga las reparaciones, cada tormenta, inundación y helada nocturna va royendo poco a poco los edificios abandonados, y en unas pocas décadas los techos comenzarán a hundirse y los edificios a colapsar. Esto ya ha comenzado a suceder en Pripyat. Las casas con marcos de madera y otras estructuras menores, que están construidas con estándares menos restrictivos, serán las primeras en caer. Las siguientes pueden ser las frágiles y elevadas estructuras que tienden a ganar elogios hoy día. "Los elegantes puentes colgantes, las formas ligeras, estas son el tipo de estructuras que serían más vulnerables", dice Masterton. "Hay menos reserva de fuerza construida en este diseño, que en las sólidas construcciones de mampostería y aquellas que usan arcos y bóvedas".
Pero aunque los edificios se derrumben, sus ruinas – especialmente aquellas hechas de piedras u hormigón – probablemente perduren durante miles de años. "Aún tenemos registros de civilizaciones de 3000 años de antigüedad", apunta Masterton. "Durante muchos miles de años permanecerían algunos signos de las civilizaciones que creamos. Llevaría un largo tiempo que desapareciera el hormigón de las carreteras. Estaría gravemente deteriorado en muchos lugares, pero llevaría mucho tiempo que se hiciera invisible".
La falta de mantenimiento tendrá efectos especialmente dramáticos en las aproximadamente 430 plantas nucleares que actualmente están operativas en todo el mundo. Los residuos nucleares enviados a almacenamientos a largo plazo en bidones metálicos refrigerados por aire y bidones de hormigón deberían conservarse bien, dado que los contenedores están diseñados para sobrevivir miles de años sin atención, época en la que su radioactividad – la mayor parte en forma de cesio-137 y estroncio-90 – habrá decaído mil veces, dice Rodney Ewing, geólogo en la Universidad de Michigan cuya especialidad es la gestión de residuos radiactivos. Los reactores activos no evolucionarían tan bien. Cuando el agua refrigerante se evapore o se filtre, los núcleos del reactor probablemente se incendien o se fundan, liberando una gran cantidad de radiación. Los efectos de tal liberación, sin embargo, podría ser menos extrema de lo que supone la mayor parte de la gente.
El área que rodea Chernobyl ha revelado lo rápido que se recupera la naturaleza. "Verdaderamente esperaba encontrar un desierto nuclear allí”, dice Chesser. "Estaba bastante sorprendido. Cuando entras en la zona de exclusión, ves un próspero ecosistema".
Los primeros años tras la evacuación de la zona por la gente, prosperaron las ratas y ratones, y los grupos de perros salvajes vagaban por la zona a pesar de los esfuerzos por exterminarlos. Pero el apogeo de estas alimañas demostró ser de vida corta, y la fauna nativa ha comenzado a tomar la delantera. Los jabalíes son entre 10 y 15 veces tan comunes en la zona de exclusión que en el exterior, y los grandes depredadores están haciendo un espectacular retorno. "Nunca había visto a un lobo en el exterior de la zona de exclusión de Ucrania. Pero he visto muchos de ellos dentro”, dice Chesser.
Lo mismo debería ser cierto para la mayor parte de otros ecosistemas una vez que la gente desaparezca, aunque los ratios de recuperación variarán. Las regiones más cálidas y húmedas, donde los procesos del ecosistema tienden a ser más rápidos, en cualquier caso, se recuperarán más rápidamente que los más fríos y áridos. No es sorprendente que las áreas que aún son ricas en especies nativas se recuperarán más rápido que los sistemas más severamente alterados. En los bosques boreales del norte de Alberta, Canadá, por ejemplo, el impacto humano consiste en su mayor parte en caminos, tuberías y otras delgadas franjas a lo largo del bosque. En ausencia de actividad humana, el bosque tapará el 80 por ciento de los mismos en 50 años, y un 95 por ciento en 200 años, de acuerdo con las simulaciones de Brad Stelfox, ecólogo independiente que reside en Bragg Creek, Alberta.
Por contra, a los lugares donde los bosques nativos hayan sido reemplazados por plantaciones de una única especie de árbol podría llevarle varias generaciones de árboles – varios siglos – volver a su estado natural. Las vastas extensiones de arroz, trigo, y maíz que cubren los cinturones de grano del mundo podrían también necesitar de algún tiempo para revertirse a especies mayormente nativas.
Como extremos, algunos ecosistemas podrían no retornar nunca al camino que tenían antes de que los humanos interfirieran en ellos, dado que se han convertido en cerrados en un nuevo “estado estable” que se resiste a volver al original. En Hawaii, por ejemplo, el pasto introducido genera frecuentes incendios que prevendrían el restablecimiento de los bosques nativos incluso se les dé rienda suelta, dice David Wilcove, biólogo conservacionista de la Universidad de Princeton.
Los descendientes salvajes de los animales domésticos y plantas, también, probablemente, se convertirán en adiciones permanentes en muchos ecosistemas, de la misma forma que los caballos y los cerdos salvajes están ya en algunos lugares. Las especies altamente domesticadas como el ganado, los perros y el trigo, productos de siglos de selección artificial y la hibridación, probablemente involucionarán más difícilmente que las formas menos especializadas a través de reproducción aleatoria. "Si el hombre desapareciese mañana, ¿esperarías ver manadas de caniches vagabundeando por las llanuras?", pregunta Chesser. Casi con certeza, no – pero los resistentes perros mestizos probablemente sí. Incluso el ganado vacuno y otros tipos de ganado, criados para carne o leche gracias a su dureza, es posible que sobrevivan, aunque en un número mucho menor que el de ahora.
¿Qué pasa con los cultivos modificados genéticamente? En agosto, Jay Reichman y sus colegas de los laboratorios de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos en Corvallis, Oregón, informaron que una versión modificada genéticamente de una planta de hoja perenne llamada agrostis (heno gris) se había establecido por sí misma de forma salvaje tras escapar de un centro experimental en Oregón. Como la mayoría de los cultivos genéticamente modificados, sin embargo, el agrostis está diseñado para resistir a los pesticidas, lo que se consigue a costa del metabolismo del organismo, por lo que en ausencia de fumigación estará en desventaja y probablemente morirá también.
Ni siquiera nuestra ausencia significará un aplazamiento para todas las especies que se encuentra al borde de la extinción. Los biólogos estiman que la pérdida del hábitat es crucial en aproximadamente el 85 por ciento de los casos en los que especies de Estados Unidos pasaron a estar en peligro de extinción, por lo que la mayoría de tales especies se beneficiarán una vez que los hábitats hayan comenzado a recuperarse. Sin embargo, las especies en situación desesperada pueden haber superado el umbral crítico bajo el cual sea necesario recuperar la carencia de diversidad genética o la masa crítica ecológica. Estas “especies muertas vivientes” – guepardos y cóndores de California, por ejemplo, probablemente desaparecerán de todas formas.
Otras causas de especies que se encuentran al borde de la extinción pueden ser más difíciles de revertir que la pérdida de hábitat. Por ejemplo, cerca de la mitad de todas las especies al borde de la extinción se encuentran en problemas, al menos en parte, debido a la depredación o competición de especies invasivas introducidas. Algunas de estas especies introducidas – los gorriones, por ejemplo, que son naturales de Eurasia pero que ahora dominan muchas ciudades del Norte de América – disminuirán una vez que los jardines y las personas que alimentan pájaros de la civilización suburbana desaparezcan. Otros más duros, como los conejos en Australia y la avenilla (Bromus Tectorum) en el oeste de América, no necesitan de la ayuda humana y probablemente continuarán allí durante largo tiempo poniendo en peligro a las especies nativas.
Irónicamente, unas pocas especies en peligro de extinción – aquellas lo bastante carismáticas para haber atraído serias ayudas de los conservacionistas – en realidad no pasarán peor sin gente alrededor que los proteja. El chipe de Kirtland – uno de los pájaros más raros de Norteamérica, durante una época estuvo por debajo de unos pocos cientos de ejemplares – sufriendo no sólo la pérdida de hábitat en sus zonas de reproducción cerca de los Grandes Lagos sino también por culpa de los tordos de cabeza café, los cuales dejan sus huevos en los nidos de los chipes y los engañan para que críen a los pollos de tordo en lugar de hacerlo ellos mismos. Gracias a un programa agresivo de captura de tordos, el número de chipes se ha recuperado, pero una vez que la gente desaparezca, los chipes podrían estar en problemas de nuevo, dice Wilcove.
En general, sin embargo, una Tierra sin humanos será probablemente un lugar más seguro para la amenazada biodiversidad. "Esperaría que el número de especies que se beneficiasen fuese significativamente superior que el de especies perjudicadas, al menos globalmente", dice Wilcove.
Traductor: Manuel Hermán
Sitio Web: newscientist.com
Tomado sin remordimientos de:
http://www.latrinchera.org/foros/showthread.php?t=10517
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